Quién pensaba que esto acababa aquí… Yo sí, mi
ser interior lo quería pero mis entrañas esconden deseos más oscuros y no
pensaban así y ¿que pasó? Pues mis entrañas arden, el zen que llevo dentro se
esta manifestando por falta de atención y mi cabeza pesa el doble de lo que
pesaba hace dos meses.
Me explico, nada quedo allí, de echo todo empezó
allí entre la planta tercera y cuanta.
Después del encuentro cercano en las escaleras
volvió a desaparecer durante un par de semanas pero ese hecho me hizo que
reafirmara las pequeñas dudas que tenía. Aún ahora no se los porqués pero ya en
ese momento sabía que yo por alguna razón había entrado en la mente, el cuerpo,
en la vida de ese hombre, me veía, existía para él. Aun sabiendo eso, cuando mi
jefe me volvió a pedir que llevara otros documentos al departamento fiscal
mentí y me escaquee, dándole la misión a mi compañera para evitarle.
Pues un echo real es que la semana empezó por
lunes (como cada semana), día horroroso por antonomasia (como cada semana), día
en que el sueño hace más presencia que en ninguno (como cada semana), día en que
la tensión nerviosa hizo su presencia (no como cada semana, estábamos muy
tranquilitos) y no funcionaban los ascensores, echo que me tendría que haber
echo pensar pero a las 7:50h no fui capaz y sin planteamientos empecé a subir
escalones de forma mecánica. En el piso casi cuarto (cómo no) noto que alguien
sube de carrerilla y me dice algo, miro y es él, me saco el auricular el cual
facilitó que no me enterara de la emboscada y le pregunto:
-
Perdón?
-
Hola Kat – me dice con una voz
sensual
Kat, no es mi nombre pero si como me llaman, me
pusieron un nombre más convencional y bíblico pero toda la vida me han llamado
Kat, creo que como acto de rebeldía de mi madre (yo hago lo que me decís pero
yo hago lo que quiero). La pregunta es de ¿de dónde ha sacado éste mi nombre? Así
que me aproveché del hecho.
-
Hola, no soy exactamente Kat pero
tampoco sé quién eres.
¿No juega a misterio? Yo también se jugar.
Él sonrió como respuesta y yo aproveché para
ponerme a su altura que con el sobresalto no había conseguido acabar de subir al
rellano entre la planta tercera/cuarta y gracias a mis tacones de diez
centímetros (los que había dudado en ponerme una hora antes pero ahora me
hacían sentir poderosa) e hicieron que me situara casi a su altura. Antes de
que pudiera decir nada más, fui yo quién se acercó y con un susurro de dije:
-
Si me disculpa…
Y seguí mi camino dejándole ahí entre la planta
cuarta y tercera. Tengo que decir a mi favor que mi bordería estaba justificada
ya que me sentía tremendamente culpable por mi chico, por algo que yo no había
provocado pero si sentía. Llegué a mi mesa que me temblaba hasta las cejas. Y sin
dejar que me calmara, apareció delante de mi mesa cómo si mi frialdad hubiera
le encendido.
-
Disculpe que no me haya presentado
señorita, soy Alex Capdevila y se su nombre…- paro dudoso por mi cara de
susto(o al menos así estaba)
-
Hermano de mi superior- Dije
acabando su frase
Mierda, mierda, mierda, ¿puede ser peor?
Prohibido por mi ámbito personal y prohibido por mi ámbito profesional, ¿puede
ser más tentador? En ese mismo momento
se convirtió en la tarta de chocolate de una persona a régimen estricto.
-
Sí, quería saber si había llegado
-
No creo pero lo miro- y me levanté
notando su mirada en mi, intenté no tropezarme con mi vergüenza ni con nada que
me hiciera querer morir. Volví sabiendo que estaba haciendo un papel porque
sabemos tanto su querido hermano, yo e incluso el edificio entero que el señor
Capdevila, mi jefe, no llega antes de las 9:30h nunca, nunca.
-
No ha llegado aún, ¿quiere que le de
algún recado señor Capdevila?
-
Alex por favor y si llámeme cuando
llegue- Y con una gracia que solo un bailarín tiene me dio una tarjeta junto a
su mejor sonrisa que derrite mi alma y se va todo lo ágil que ha venido, dejado
mis nervios destrozados y mis esquemas desmontados.
¿cómo lo hace?
Estuve cabreada toda la mañana conmigo misma de echo, ha posteriori, mi cabreo
aumentó a grados superiores pero no lo puedo evitar… como un chico al que le
saco unos cuatro años, me hace sentir tan gelatinosa. Como una chica como yo,
tranquila con las cosas tan claras que nadie duda de mí y menos mi chico, puedo
sentirme tan insegura. Como (porque no decirlo) una chica tan bien servida (sexualmente
hablando) se me encienden otras bombillas ya descatalogadas… Y el cabreo fue en
aumento cuando después de pasarle en mensaje a mi superior me sonó el teléfono
y:
-
(lo que tengo que decir al coger el
teléfono, no puedo hacer publicidad)
-
Preciosa, me tienes miedo?- dice una
voz
-
¿Perdón?
-
Kat no pida tanto perdón que no tiene
por qué pagar penitencia a nadie. He dicho que me llamaras tú, no él.
-
¿Alex?
-
Claro, ¿así obedeces a tus
superiores?
-
Tú no eres mi superior- dios que
nervios y eso hace que mi lengua vaya más rápida que mi mente.
-
Se equivoca Kat, tengo el mismo
poder en esta empresa que su superior y le dije que me tratara de tu sólo fuera
de aquí-
-
Si, disculpe tengo mucho trabajo- y
colgué.
Volvió a sonar el
teléfono.
-
(lo que tengo que decir al coger el
teléfono, no puedo hacer publicidad)- creo que lo dije
en un tono demasiado alto
Resulto ser un
cliente pero tenia el corazón en la boca y acabé pasándoselo a mi compañera.
Al día siguiente
volví a subir por las escaleras, no sé si por encontrármelo o por evitarlo pero
pase por la planta tercera a cuanta con unos nervios poco habituales. Y al
llegar a mi mesa Alex estaba sentado en mi mesa con todo el descaro del mundo y
su picara sonrisa.
-
Buenos días Kat- dice levantándose
cediéndome la silla
Yo le miro como si fuera un extraterrestre y
supongo eso le hace seguir su discurso.
-
Disculpe la intromisión pero quería
pedirle disculpas personalmente por mi contestación de ayer pero cuando pido las
cosas me gusta que se cumplan-
-
De acuerdo, disculpe- Pero que se ha
creído el niñato este, pasó de misterioso a pedante en un instante.
-
Y no se disculpe tanto, ya le dije
que alguien como usted no se tiene que disculpar-
¿Que querrá decir
con eso?
-
Llámeme cuando llegue mi hermano por
favor-
-
Muy bien, ¿algo más?
Y después de unos
segundos clavando su mirada y su sonrisa en mí, me dice:
-
Nada preciosa que tenga un buen
día.-
-
Gracias, igualmente.- madre mía, yo
ardía por dentro pero esta vez de cabreo, que presumido, pedante y pretencioso
el niño. ¿preciosa? Aix dios, esto es para demandarle. Y pensaba en como se lo
explicaría a mi chico el quién podría hacer algo como abogado que es.
Dos horas después,
cuando llegó mi jefe en vez de llamar al número que aparecía en la tarjeta
llamé al secretario del departamento fiscal, Dani, mi ex compañero de sección y
le comenté que le dijera al señor Alex Capdevila que su hermano ya había
llegado. En cinco minutos me volvió a llamar Dani para pedirme que bajara a
buscar unos documentos. Estaba claro que había echado más leña al fuego y que
esa llamada no era casualidad, como nada de lo que me había sucedido
últimamente pero estaba tan obcecada con mi cabreo que no iba a parar. Bajé,
cogí los documentos y después de unas corteses frases con Dani me fui
rápidamente al ascensor, quería evitar cualquier escalera tentadora. Pero no lo
conseguí, Don Alex desplego sus habilidades y subió junto a mi en el ascensor,
esta vez solos.
No dijo nada hasta
que no llegamos al piso cuarto y sin mirarme dijo:
-
¿Que te pasa conmigo? No te caigo
bien…
-
No lo sé, no le conozco…
Llegamos a mi piso,
se abrieron las puertas y se puso en medio para dejarme pasar y retener las
puertas abiertas.
-
Gracias- dije, grácil y un pelín
altiva salí del ascensor creyendo que llegaría a mi mesa pero no fue así, me
cogió de una mano y me tiro asta el rellano de las escaleras(que gracias a dios
están apartadas y separadas por puertas de los ascensores y nadie te puede ver)
me empujo contra una pared y se puso tan cerca de mi que no se si me paralizaba
el pánico, su cercanía o su pierna entre las mías. Sus ojos se clavaron en mi y
como más me resistía, más se clavaba de mi, su mirada y su cuerpo. Mi cabeza
iba diez mil por hora: ¿odio esto?¿me excita esto?¿cómo le explico esto a mi
novio?¿Porque no hice nunca defensa personal?
-
¿no te gusto, verdad?- me dijo
-
¿cómo? Ahora mismo esta abusando de
quién es
-
¿por ser tu jefe?- soltándome un
poco pero no alejándose
-
Por ser hombre, joven, atractivo…-
¿por qué dije eso?
-
¿Soy atractivo, kat?- dijo
divertido. Mi rabia ahí crecía enormemente, no sé si por furor, vergüenza,
cabreo pero eso hacia que mis muñecas que estaban junto a mis caderas pero
cogidas por sus manos estuvieran padeciendo. Continúo…
-
Quiero verte fuera de aquí-
-
No puedo- me defendí
-
Eso no es un no quiero- y con una
sonrisa me roza mi boca con la suya y me suelta, continuó- sé que hay alguien,
se interpretar un anillo brillante pero tienes algo…- se volvió acercar pero
esta vez sin cogerme pero yo no me moví.
-
Señor Capdevila esto no es correcto
y si tengo pareja y quiero seguir teniéndola-
-
Kat por favor ahora no estamos
trabajando justamente, soy Alex y yo no me rindo, me gustas- volvió acercarse y
mientras me hablaba me rozó el cuello, la mandíbula, los labios con los suyos,
se alejó unos centímetros y yo me fui con terror, terror de mí, de lo que sentí
esos instantes, hacía tiempo que no me sentía tan viva, tan ardiente, tan
excitada…
A la tarde llegué a
casa y le conté a mi chico, omitiendo el final, primero pensaba que era porque
lo tenía que saber, ahora me doy cuenta que fue por quitarme un peso porque su
respuesta fue que es normal que se sienta atraído por mi porque soy preciosa(me quiere no soy tant fantastica, ¿me puedo sentir peor?),
que el confía plenamente en mí y que por un alago no podemos demandar a nadie
de momento, no es acoso(lo de la escalera si pero no seria justa). Ahora tengo
la bola en mi campo por ambos hombres y no sé que hacer con ella…