29 de septiembre de 2012

FANTASÍA O EFECTO GREY

 
Estoy viviendo algo que no se como definirlo. No soy una persona destacable  por muchas cosas. No soy tonta pero tampoco soy Stephen Hawking. No soy modelo pero tampoco la fea del pueblo. No soy la más simpática pero tampoco me daría el papel de mala en ninguna película. Si me gustan muchas cosas pero son cosas mías, que comparto con pocos espectadores. Y por todo ello me cuesta entender porque soy yo la elegida de lo que estoy viviendo y que no puedo contar. A veces pienso que si no lo sabe nadie no es real pero no dejo de pensar en ello y eso se me hace real, así que os voy a usar de psicólogos…
Hace más de 7 años que trabajo en el mismo sitio, aunque es un sitio de mucho transito son 7 años que veo más o menos veo la misma gente, 7 años que conozco cada rincón de mi edificio laboral o eso pensaba... Sitio conocidos se pueden convertir en sitios nuevos…
Hace algo más de un mes se acerco a mi mesa un joven de departamento fiscal, el cual ya había visto más de una vez, él ya me había mirado más de  una vez pero no se porque ese fue el primer día que me vio, lo note, en ese momento lo dudé pero note que yo entraba en sus ojos como no había echo antes, no sabía por qué, no sé que había cambiado pero algo era diferente, me miraba diferente, me veía y no me equivocaba… Me dijo lo que me venia a decir y con una sonrisa casi imperceptible se fue.
Al día siguiente volvió, me trajo unos papeles para mis superiores y no fui capaz ni de decir ni hola, ¡que ridícula y tonta me siento ahora al pensarlo!. Me dijo la frase rutinaria (que ni siquiera escuché) junto una mirada hipnotizadora, esa mirada que me había echo el día anterior, como si sólo yo estuviera en esa oficina de más de 100 persona, como si solo yo fuera la única, cómo si no existiera nadie mas. Echo que seguramente duro milésimas de segundo pero que yo sentí como si me mirará durante dos días y dos noches seguidas.
Al cabo de dos días, a la hora de plegar subí en el ascensor repleto de gente pero que me llevaba a la planta baja, entré como pude sin mirar a nadie en concreto, en el momento que se cerraron las puerta del ascensor noté a alguien que me ponía en tensión, no sabría decir que era, pero mi cuerpo reaccionó poniéndose tenso y percibí una boca cerca de mi oreja. La cantidad de gente me impidió moverme pero supe que es él. Se abrieron las puertas y por el puro nerviosismo no miré hacia atrás y con la piel de gallina me salí a paso ligero.
Durante la siguiente semana se dedico a pasar por delante de mi mesa como si nada, mirándome de vez en cuando con esa sonrisa que no se merece el nombre de sonrisa pero sin decir nada, él, hacía arriba hacia abajo enfundado de un traje gris perfectamente amoldado a su cuerpo de delgado deportista. No se si estaba jugando o soy yo quién fantasea pero sea como fuere consiguió que yo estuviera más atenta al personal que pasaba por mi pasillo que por mi tarea.
 A la semana siguiente todo se calmo, por el puro echo que él desapareció, cosa que mi trabajo agradeció porque mi capacidad de concentración volvió, en grado bajo pero volvió. Eso hizo que me planteara si todo ese trajín eran imaginaciones mías o si me estaba volviendo loca y si no era así, lo conseguiría, porque le echaba de menos, ¿el que? No lo sé pero no paraba de pensar en él y sin querer lo buscaba cuando me movía para hacer mis labores en la oficina.
 
Pero esta mañana… Tenia que llevar unos papeles precisamente al departamento fiscal y éste simple echo que me había pedido mi jefe ya me ponía de los nervios y no tendría que ser así...                                                                                          
He ido hacía los ascensores para poder bajar a la segunda planta donde se encuentra el departamento fiscal pero estos no respondían, así que después de más de tres minutos mirando las puertas sin ninguna reacción(yo no tengo una mirada tan potente) he decidido bajar por las escaleras. Entre el cuarto y el tercer piso sin echar mucha cuenta he escuchado que alguien subía, he escuchado un ¡hola! que me ha hecho parar de golpe, miro y era él. Me gustaría que mi cara hubiera sido otra pero creo que ha sido como si estuviera viendo un hipopótamo rosa haciendo ballet porque él ha sonreído en plan burlón pero he conseguido decir: esto es para usted. Él ha acabado de subir los tres escalones que le faltaban y eso ha hecho que yo subiera lo ya había bajado. Han habido unos segundos (según el tiempo, una eternidad, según yo) que nos hemos quedado mirando, quietos, solo miradas, de golpe pero sutil se me acercado mucho, muchísimo, tan cerca que he olido su embriagadora olor mezclada con menta, algo bucal. Rozándome la mano me ha quitado el sobre y casi rozándome los labios me ha susurrado: no me trates de usted si estamos solos y ha seguido su camino. No me he desmayado por la tremenda presión que ha conseguido que sintiera bajo vientre con ese pequeño gesto pero si me ha dejado clavada durante unos minutos incapaz de moverme.
Y bueno, después de leer la saga cincuenta sombras de Grey esto es un subidón pero yo no soy Anastasia Steele, no tengo 22 años, no soy una novela encima papel pero lo que si soy es una administrativa de casi 30 años, enamorada de la moda, enamorada de la paz, la tranquilidad y sobretodo enamorada de mi chico, el hombre más bueno del planeta tierra, bueno no conozco todos los hombre del planeta pero si es el más bueno de todos los hombres que conozco y del que estoy prometida desde hace algo más de un años y aunque no tenemos fecha de boda, si un futuro juntos. ¿Qué hago ahora con todo esto? Quizás se acaba aquí o no…